por Alberto Sibaja*
En el año 2002 entrevisté a Michael O’Reilly F. en relación a su artículo “Un muy probable mapa estelar” publicado 23 años antes en un periódico de circulación nacional.
Este es un extracto de aquella conversación que forma parte del capítulo XXI de mi libro “Esferas de piedra en Costa Rica-Un ancestral legado”.
Este es un extracto de aquella conversación que forma parte del capítulo XXI de mi libro “Esferas de piedra en Costa Rica-Un ancestral legado”.
Allá por 1970 el joven fotógrafo norteamericano y aficionado a la astronomía, Michael O’Reilly F. se instala en un apartamento de dos plantas en Moravia, esa ubicación le permite observar, con ayuda de un telescopio, los cielos meridionales. Dicha contemplación apasiona sus noches, pues el muchacho proviene de latitudes septentrionales y aquello es para él, “cielos nuevos”.
Cinco años más tarde, visita el Monumento Nacional de Guayabo. En este místico lugar envuelto por un paradisíaco bosque pluvial premontano se encuentran vestigios de una arcaica ciudad atribuida a los aborígenes Huetares. Calzadas; puentes; tumbas; grandes basamentos de piedra de hasta 4,5m de altura y 30m de diámetro; tanques de captación y acueductos; esculturas impresionantes y petroglifos misteriosos, demuestran el excelso desarrollo de aquella civilización olvidada, poseedora de una ingeniería civil, una arquitectura y un desarrollo urbanístico que se extiende por más de una veintena de hectáreas, aunque solo una pequeña parte ha sido excavada. Caminaba Michael muy de mañana por el adoquinado que bordea un amplio montículo, basamento donde se erigiera una descomunal edificación de madera y palma, cuando sus desarregladas tenis tropezaron con una laja del empedrado camino, aprovecha el momento para amarrar los cordones y observa que la piedra de su tropiezo está ligeramente inclinada y posee un singular petroglifo que le evocó la representación primitiva de una araña. Apuntó su lente fotográfico a la piedra, pero como su objetivo era documentar la estructura de un antiguo acueducto, que milagrosamente aun funciona, decidió economizar el cuadro y continuó su caminata por los senderos de Guayabo. Sin embargo la imagen primitiva de aquel gravado le venía insistente a la memoria. Empezaba a caer la tarde, cuando una traviesa analogía irrumpió en su pensamiento, “ese petroglifo parece una carta estelar”. Entonces corrió hacia el lugar de su hallazgo, con la intención de ganarle a la caída al sol y salvar la indispensable luz para sus disparos fotográficos. Sudoroso y sin aliento, logro capturar la imagen de la piedra utilizando los últimos cuadros del rollo. Invadido por la ansiedad, se encerró en su cuarto oscuro y procedió sin dilación a revelar las imágenes. De inmediato advierte que el petroglifo esta dividido en 24 sectores, misma técnica usada en las actuales cartas siderales. |
La madrugada lo sorprendió hurgando entre su amplia colección de mapas estelares. Pero ninguno concordaba con los primitivos trazos en la piedra.
El aire estaba impregnado ya con aroma a café recién chorreado, Michael, en su desvelo, estaba a punto de desechar su descontextualizada idea, pero su testarudez le obligó a desplegar un plano más. Este mostraba los cuerpos celestes ubicados bajo el cielo meridional. El mapa contenía los puntos astrales, visibles desde un rango de latitud sur de -90 ° y los -60°. Michael quedó perplejo al corroborar como el moderno mapa estelar encajaba a la perfección con el petroglifo de Guayabo.La hipótesis de Michael, nace en principio de la incomprensible sincronicidad de que es capaz nuestro pensamiento analógico. Luego completa su idea, con argumentos lógicos y racionales, entregándonos un análisis metódico, serio y por demás intrigante. O'Reilly concluye su trabajo diciéndonos: 1. El petroglifo en la piedra de Guayabo representa un primitivo mapa del cielo meridional, ubicado exactamente entre los -90° y -60° grados de latitud sur. 2. Quienes concibieron el mapa, comprendían el movimiento de la esfera celeste a tal nivel que colocaron el punto del observador en la precisa latitud de +10° norte. 3. Pese a que el petroglifo representa un calendario astronómico, no se enfoca a los movimientos lunares ni en la ubicación de estrellas, señala en cambio objetos no estelares como puntos de interés. Esos hitos les permitieron calcular el día más largo del año, las épocas de precipitación pluvial etc. Michael O'Reilly reconoce no ser científico, pero tiene la esperanza que arqueólogos y astrónomos profesionales, tomen en cuenta sus observaciones y se considere o descarte su hipótesis. La Arqueoastronomía, ciencia que estudia la visión de los cielos que poseyeron los pueblos antiguos, no ha tenido desarrollo en Costa Rica. Nuestros antropólogos no consideran descabellada la idea de un complejo conocimiento astronómico por parte de aborígenes costarricenses. Sin embargo no tenemos estudios en esta dirección. |

* Alberto Sibaja Álvarez
Escritor - Investigador
- Esferas de Piedra en Costa Rica - Enigma en el Delta del Diquís - 2004 -
- Editorial RAM-STONE - ISBN 9977-12-765-4
- El ímpetu de las tormentas: cuentos autobiográficos - 2001 - EUNED - ISBN 9977-65-191-4