Sobre la conocida obra de MC Escher se refleja la imágen de la primera institución de educación secundaria del país que nos recuerda las huellas que dejaron aquellos gestos de valor, compromiso, generosidad y entrega del pasado que aún vibran y nos conmueven.Haz clic aquí para editar.
diseño de portada Francisco Chavarría
Cada ser humano se sabe y se siente único e irrepetible.
Luchamos por hacer nuestro propio camino y mostrar nuestra particularidad.
Nada nos complace más que ser reconocidos originales, precursores, inventores. Nos debatimos entre seguir el camino dejado por otros o crear el propio.
¿Será posible seguir las huellas de los antecesores, al mismo tiempo que delineamos nuestro propio y original destino? Esta disyuntiva es en sí misma, un camino único.
Construcciones nuevas parten de una siembra previa. Edificamos sobre herencias milenarias que conducen a la evolución y al crecimiento o a la decadencia y perdición.
Desde el pasado se extienden senderos empedrados de imposición, desprecio, opresión, destrucción, esclavitud y traición, establecidos sin pudor por difusos pero sólidos patrones que al final, se nos hicieron necesarios y llegan hasta hoy con apariencia de normalidad establecida.
Vidas fáciles se deslizan sobre estas piedras enmohecidas de dolor. Sin embargo debajo se mantienen inalteradas las huellas originales que muchos remarcan con legados ejemplares, claros y evidentes que conmueven generaciones.
Aquellos gestos de valor, compromiso, generosidad y entrega, aún vibran y nos conmueven. Jóvenes que partían a estudiar para regresar a ejercer su profesión manteniendo siempre la idea de mejorar la vida de todos. Terratenientes que testaron sus propiedades a instituciones de la patria. Visionarios que delinearon tratados, acuerdos o leyes para protegernos. Pioneros llegados de lejos que compartían sus saberes y diversiones. Líderes que dejaron su vida en nombre de la dignidad y el honor de un linaje.
Esas huellas grandes, luminosas y sanadoras siguen ahí, hay compatriotas que las descubren y usan los viejos trillos de la nobleza, el valor de la palabra, el hacer sin esperar retribución, para delinear su propio destino, abrir caminos a otros y crear un mundo mejor.